lunes, 26 de mayo de 2014

Actualidad de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad: la dialéctica entre civilización y barbarie


Los puntos clave de El corazón de las tinieblas son, por un lado un canto contra el imperialismo y el colonialismo y por otro, tal y como apunta Mario Vargas Llosa en el prólogo, la dialéctica entre civilización y barbarie.
El siguiente párrafo extraído de la obra nos muestra un ejemplo de ésta crítica: “Eran conquistadores, y eso lo único que requiere es fuerza bruta, nada de lo que pueda uno vanagloriarse cuando se posee, ya que la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros”.
Otro de las manifestaciones del sistema colonial europeo de finales del siglo XIX es la explotación de los seres humanos, crítica en la que Joseph Conrad también es insistente.
Sobre esta crítica a los sistemas de explotación, el siguiente ejemplo: “aquellas cabezas clavadas en las estacas”, práctica utilizada por el agente Kurtz en el que se muestra la tiranía de los europeos en la conquista y dominación del continente africano.
Tal y como describe el director: “los métodos del señor Kurtz habían constituido la ruina de aquella región… el señor Kurtz carecía de frenos para satisfacer su apetito”.
Este corazón de los tinieblas en la que los hombres se transforman y donde la inmensidad de la naturaleza acaba poseyéndolo y mostrando sus instintos más salvajes, ha sido una constante en el continente africano desde que los europeos dividieron y explotaron artificialmente este continente culturalmente tan rico.
Tal y como expone Ryszard Kapuscinski en Ébano, “en tiempos anteriores a la colonización, en África habían existido más de 10.000 países”, más de 10.000 culturas. El colonialismo europeo lo dejó en medio centenar de estados artificiales.
El corazón de las tinieblas se mantiene fresca hoy en día y no deja de estar de rabiosa actualidad.
Tal y como indica Javier Valenzuela, se ha empleado el término “guerras sucias” para definir aquellas en las que no intervienen directamente ejércitos nacionales-convencionales.
En los últimos años, África se ha convertido en el escenario por excelencia de las guerras sucias.
El señor de la guerra congolés Thomas Luganba, acusado de brutales campañas de limpieza étnica en la que ha reclutado a niños soldados es un claro ejemplo de los horrores y el salvajismo que denuncia Joseph Conrad.
Otro ejemplo es el criminal Joseph Kony y su ejército de 300 combatientes, el cual secuestra y mutila a sus víctimas. En la actualidad se encuentra en el noroeste de la República Democrática del Congo, en este corazón de las tinieblas selvático donde este y otras bandas criminales campan a sus anchas.
Joseph Conrad denuncia esta locura que se está apoderando del corazón africano, una lucha entre “el denso y mudo hechizo de la selva” que atrae al hombre a estos brutales instintos y pasiones monstruosas.
Los europeos somos responsables de estas actuaciones puesto que explotamos, aniquilamos culturalmente a los africanos y los abandonamos a la suerte de tiranías corruptas y sectarias.


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