Estamos viviendo en las últimas semanas una lista de renuncias y dimisiones
de los principales líderes de la socialdemocracia española: Patxi López
(secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra),
Alfredo Pérez Rubalcaba (secretario general del Partido Socialista Obrero
Español) y recientemente Pere Navarro (primer secretario del Partit Socialista
de Catalunya).
Es notorio que la sociedad española demanda nuevas formas de participación
y que el sistema de representación parlamentaria en la toma de decisiones que
nos afectan a todos está en franco declive y deterioro.
Estos partidos políticos que no dejan de ser organizaciones cerradas y que
han vivido a costa de las subvenciones de los Presupuestos Generales del
Estado, y que actualmente se encuentran en una crisis económica (difícil mantenimiento
de sus estructuras al recibir cada vez menos subvención por los cada vez más
pobres resultados electorales) y en una crisis de valores y electorado (en el
que los ciudadanos que les daba apoyo empiezan a mirar hacia otro lado).
En el caso de Catalunya, se da además la situación que el espacio político
que ocupaba el Partit Socialista de Catalunya (PSC) está siendo ocupado por
otra fuerza socialdemócrata como es Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Alejados de la sociedad y desde su torre de marfil, no están entendiendo
que la sociedad demanda otras formas de resolver sus problemas. Que los
desahucios, el desempleo, los recortes de derechos, el derecho a decidir, el
acceso a la sanidad y la educación universal no se resuelven desde una poltrona
en el “congreso de ratones” (como apuntaba La Polla Records, ese grupo de
música punk de los ochenta y noventa).
Los ciudadanos demandamos soberanía personal y los que creen que desde la
representación indirecta se resuelven los problemas de la sociedad de la
información y de la comunicación, están equivocados.
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